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lunes, 30 de enero de 2012

Déjalo Todo y Sígueme


El corazón de todo hombre y de toda mujer tiene un ansia infinita de felicidad. Nosotros estamos rodeados de muchas cosas innecesarias que nos ahogan y no nos dejan encontrar a Cristo y vivir en Él.

“Y otros son los sembrados entre los abrojos; son los que han oído la Palabra, pero las preocupaciones del mundo, la seducción de las riquezas y las demás concupiscencias les invaden y ahogan la Palabra, y queda sin fruto.” (Mc 4, 18-19).

Para llegar a Cristo hay que dejarlo todo. No hace falta ir a la misión, al seminario o a un convento o quizá sí pero todos tenemos que dejarlo todo por Él y seguirle, y poner nuestra vida, nuestra inteligencia, nuestros dones y nuestra libertad al servicio de Dios para Gloria suya. “Amarás al Señor tu Dios con todo tu coazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas”. Lo mejor que tengo, lo que soy, para ti Señor, yo para Ti.

Cada uno tiene que servir a Dios en su vida de cada día. Cuando voy al trabajo me acuerdo de ofrecerlo, en el trato con mis hermanos he de tener presente a Dios. El Reino de Dios lo construimos con cada pequeña acción hecha con mucho Amor y hay que construirlo cada día. Tratando con cariño a mis padres y a mis hermanos, haciendo mi trabajo con sentido cristiano, acercando a las personas a Dios. Esto es una gran misión.

Cuando es Cristo a quien se tiene que ganar ¿qué importa estar preocupado por las cosas de este mundo?, Él cuidará de mi: “Ocupaos en las cosas del Reino y lo demás se os dará por añadidura”; y tengo que abandonar el deseo de tener. ¿Cómo voy a estar pendiente de tener si he de buscar a Cristo? Y he de renunciar a todo con tal de ganar a Cristo. Esto exige valor por parte nuestra, pero tenemos que estar seguros de que fiándonos de Él vamos a estar en las mejores manos.

No podemos quedar sin fruto como dice la parábola  “ahogan la Palabra y quedan sin fruto”. Nosotros no podemos quedar sin fruto. Jesús maldijo la higuera que no dio fruto. ¿Qué vamos a hacer con nuestra vida? Ser cristiano, ser un verdadero cristiano, significa seguir a Jesús y amarle a Él por encima de cualquier cosa de este mundo. “El que ama al padre o a la madre más que a Mi, no es digno de Mi; y el que ama al hijo o a la hija más que a Mi, no es digno de Mí.” (Mt 10, 37)

Así pues las palabras del Evangelio son hoy igual de importantes que hace dos mil años: “si quieres heredar la vida eterna déjalo todo y sígueme”.


(Comentario de San Agustín sobre la cita de Mt10,37: http://www.mercaba.org/DIESDOMINI/T-O/13A/Ag_evangelio.htm)



Fdo; Luis Pastor Grau

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