Desde pequeña, el día de Miércoles de Ceniza lo recuerdo como una celebración triste, una cruz de ceniza oscura en la frente que me transmitía una pena que no era capaz de entender.
Con el paso del tiempo y los años , he borrado aquel amargo recuerdo y gracias a Dios he podido comprender que estaba muy equivocada, así pues, todo lo contrario: qué bonita y gran oportunidad la que Dios nos brinda es este día: recapacitar, pensar, entender que la vida pasa y queremos recuperarla con la más inmensa alegría ahora y para el resto de nuestros días, en los que nuestro corazón, nuestra vida y alma necesita un punto de partida, de luchar por lo que somos y realmente queremos llegar a ser; teniendo ahora más presente que nunca que es Él quien nos anima, empuja, y nos da la fuerza necesaria para cambiar y seguir su ejemplo de vida.
Dejemos atrás esas perezas, prejuicios y desánimos que durante el resto del año hayamos tenido, pues con facilidad nos distraemos en lo que no vale la pena y ahora una vez más es el momento de sentirnos amados y abrazar este encuentro con Dios.
María Teresa Grau
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