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miércoles, 18 de abril de 2012

Preciosa procesión de San Vicente

El 2º lunes de Pascua, tuvo lugar la procesión de San Vicente, en la que se lleva el Santísimo a los enfermos. 

Es una preciosa procesión, tradicional antes en muchos pueblos cercanos, pero que con el paso del tiempo se ha ido perdiendo y gracias a Dios, Bigastro ha sabido conservar: 

¡Felicidades Bigastro por haber mantenido este testimonio de amor a Cristo-Eucaristía!



La Eucaristía es el centro, fuente y cumbre de la Iglesia y así lo ha demostrado Bigastro en ese soleado día de San Vicente.


A la 9 de la mañana estábamos todos citados para comenzar la procesión. Tempranito algún cohete con su explosión nos recordó que no deberíamos faltar.

Allí estaban en el Templo parroquial los fieles con sus velas para alumbrar al Señor, que salía a las calles para ir al encuentro de sus hijos predilectos, los enfermos.

Allí estaban precisamente vestidos los Seises, diez niños y niñas de siete y ocho años que ese día no tuvieron pereza para levantarse y aderezarse para Jesucristo.

Allí estaban los pertenecientes al grupo parroquial o Hermandad del Corpus que con esmero preparan esta fiesta.

Allí estaban los monaguillos con los incensarios humeantes y una ilusión loca por acompañar a Jesús Sacramentado en su recorrido a las casas de los enfermos.

Las autoridades que en este día grande no podían faltar y la banda de música que con sus melodías contribuían a aumentar el gozo de nuestro corazón.

Jesucristo se ha quedado en el Sacramento de la Eucaristía para ser el alimento de nuestras almas.

Jesús dijo; “El que come mi Carne tendrá vida eterna”. Sabemos que necesitamos recibir a Cristo en la Comunión para tener vida en nosotros, la misma vida de Dios.

Recibir a Cristo es imprescindible para un cristiano porque aumenta nuestra unión con él: “Quien come mi Carne y bebe mi Sangre habita en mí y yo en él” ( Jn 6,56).

“Lo que el alimento material produce en nuestra vida corporal, la comunión lo realiza de manera admirable en nuestra vida espiritual. La comunión con la Carne de Cristo resucitado, “vivificada por el Espíritu Santo, vivificante”, conserva, acrecienta y renueva la vida de gracia recibida en el Bautismo”.

La Comunión además nos separa del pecado, fortalece la caridad.

Al comulgar el alma se llena de gracia y se nos da en prenda la gloria futura.

Consciente de esta realidad, la Iglesia desde los primeros siglos ha tenido presente que a los enfermos no les faltase “el pan de nuestra peregrinación” que les fortaleciese y consolara en su enfermedad.

Son muchos los ancianos a los que se les lleva a su casa la Comunión, de una manera discreta, sin una solemnidad exterior, porque no se vean privados de esta fuente de gracias. Pero es hermoso que al menos una vez al año se de este realce a la Comunión llevada a los enfermos expresión a la vez de fe en el Sacramento del Altar y de amor y predilección a los más débiles.

De nuevo: ¡Felicidades Bigastro y quiera Dios que cada año crezca en amor fe, esplendor esta procesión que tenemos la responsabilidad de conservar!

Grupo Parroquial del Santísimo Sacramento
Equipo de Pastoral de la Salud

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