Los primeros cristianos, que eran también judíos, participaban de las celebraciones judías, y todos los años celebraban la fiesta Pascual, y esta celebración anual de la Pascua judía comenzaría a ser la celebración de la Pascua cristiana.
Siguiendo el calendario lunar, los judíos celebraban la Pascua el día de la primera luna llena de la primavera, en conmemoración del día en el que fueron liberados de la esclavitud de Egipto guiados por Moisés; y los cristianos comienzan a celebrar la resurrección de Jesucristo la noche del sábado al domingo después de esta luna llena, porque fue al amanecer del domingo cuando se sitúan las primeras apariciones de Resucitado.
Así, ese tiempo de celebraciones y preparación hasta la Pascua es la Cuaresma y va desde Domingo de Ramos hasta Domingo de Pascua.
En el Domingo de Ramos recordamos la llegada de Jesús a Jerusalén, aclamándole y reconociéndole como nuestro único Señor, en quien creemos y al que queremos seguir.
El ramo bendito con el que le aclamamos, puede conservarse como signo de la fe que hemos proclamado. En el Evangelio de hoy leemos la Pasión que es adentrarnos al momento más decisivo del camino de nuestro Maestro.
En la misa de LUNES, MARTES y MIÉRCOLES Santo, leemos las profecías en las que nos hablan de un Siervo de Dios que, con su entrega, nos abrirá el camino de la vida. También hacemos la celebración de la penitencia, que nos prepara para vivir renovados la Pascua de Jesús. Participamos en la Misa Crismal, en la que se bendicen los santos óleos que servirán para la celebración de los sacramentos a lo largo del año. Y, finalmente nos preparamos personalmente buscando momentos de oración.
JUEVES SANTO
Nos reunimos para recordar y celebrar la Última Cena de Jesús con sus discípulos. Jesús lava los pies a éstos para dar ejemplo de cómo debemos vivir, poniendo nuestra vida al servicio de los demás. Tomando el pan y el vino, anuncia que será su Cuerpo y Sangre su presencia en medio de nosotros.
VIERNES SANTO
Recordamos la muerte de Jesús, su fidelidad al camino de Dios es, un ejemplo admirable, y con esa cruz presente manifestamos que creemos de verdad en Jesús, que queremos que Él nos salve y que estamos dispuestos a seguir su camino.
SÁBADO SANTO
La Iglesia permanece junto al sepulcro del Señor, meditando su pasión y muerte. En su rostro, vemos reflejado el sufrimiento de la humanidad y también nuestro propio sufrimiento, pero al mismo tiempo, vemos también reflejada toda la esperanza, porque la muerte no es el final, ni el sufrimiento, ni la desesperanza, sino que más allá está el amor y la vida.
LA PASCUA
Es el día más grande del año porque celebramos que el amor de Jesús ha vencido para siempre sobre el mal y el pecado y la muerte, y celebramos el camino de vida y salvación que ha abierto para nosotros.
En la Vigilia Pascual comienza la celebración con el rito de la luz: la luz de Jesús resucitado está en medio de nosotros y proclamamos nuestra fe en Él.
En el Evangelio se proclama que Jesús ha resucitado! Con el Bautismo, nos sumergimos con Jesús a su muerte y resucitamos con él a una nueva vida, le pedimos que nos reafirme en este camino y nos comprometemos a serle fieles. Y por fin, en la eucaristía Jesús se nos da como alimento, para que vivamos plenamente unidos a Él.
Domingo de resurrección
Es el anuncio gozoso de la victoria de Jesús sobre la muerte. Resucitando restauró la vida y nosotros lo celebramos con toda la alegría.
Después de este tiempo de recogimiento llegamos al fin de una Semana Santa con la máxima explosión de gozo y alegría que es la Resurrección de Jesús y la nuestra propia.
Nuestra vida seguirá siendo dura y difícil, pero viviremos esos sentimientos con la mirada puesta en aquel que va por delante de nosotros, y nos dice que su camino conduce a la vida para siempre.
Hay quien vive estos días como unas vacaciones más, pero estemos donde estemos disfrutando de unos merecidos días de descanso, qué más bonito disfrute a la vez, el buscar el lugar y el tiempo para estar, vivir y encontrarnos con Aquel que nos da Todo.
Además de las celebraciones litúrgicas, hay otros actos populares: viacrucis, procesiones etc.; es una buena forma de seguir viviendo lo que celebramos en la liturgia, el problema es cuando estos actos populares se convierte en más importantes que las propias celebraciones litúrgicas o llegan incluso a desplazarlas. No nos quedemos tan sólo en la belleza externa, sino que adentrémonos en la historia de nuestra vida que en esas imágenes nos vemos reflejados, tanto en las escenas de dolor, pues en momentos de nuestra vida también nos toca cargar con la cruz, pero con el ánimo de que ese sufrimiento también nos sirve para vivir con esperanza, y arrepintiéndonos del daño que hayamos causado; como en las de alegría, viviendo con la plenitud de que estamos salvados, dando gracias una vez más al Señor por hacerse hombre y entregarse por nosotros ; así que, qué canto con más pasión, júbilo cuando lanzamos el grito del ALELUYA! y ¡ GLORIA A DIOS EN EL CIELO Y EN LA TIERRA PAZ A LOS HOMBRES QUE AMA EL SEÑOR!
La Vigilia Pascual es el gran momento, la gran fiesta. Pero cada domingo la fiesta continúa…
María Teresa Grau
Catequista de la Parroquia
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