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viernes, 23 de marzo de 2012

LA CONFESIÓN DE LOS PECADOS


CHARLA CUARESMAL

Aurelio Ferrándiz García
21/marzo/2012


 

·  Este sacramento es llamado sacramento de la confesión porque la declaración o manifestación de los pecados ante el sacerdote, es un elemento esencial de este sacramento. No solamente confesamos nuestro pecado, sino que también confesamos y reconocemos la misericordia de Dios para con el hombre pecador.


·  Se le llama sacramento del perdón porque, por la absolución sacramental del sacerdote, Dios concede al penitente” el perdón y la paz”.


·  La confesión de los pecados, incluso desde un punto de vista simplemente humano, nos libera y facilita nuestra reconciliación con los demás.


·  Por la confesión, el hombre se enfrenta a los pecados de que se siente culpable; asume su responsabilidad y, por ello, se abre de nuevo a Dios y a la comunión de la Iglesia.


·  Sin ser estrictamente necesaria, la confesión de los pecados veniales, sin embargo, se recomienda vivamente por la Iglesia. En efecto, la confesión habitual de los pecados veniales ayuda a formar la conciencia, a luchar contra las malas inclinaciones, a dejarse curar por Cristo, a progresar en la vida del Espíritu. Cuando se recibe con frecuencia, mediante este sacramento, el don de la misericordia del Padre, el creyente se ve impulsado a ser él también misericordioso (cf. Lc 6,36).


·  Los resultados de este sacramento son: la reconciliación con Dios y la reconciliación con la Iglesia.
El sacramento de la reconciliación con Dios produce una verdadera” resurrección espiritual”, una restitución de la dignidad y de los bienes de la vida de los hijos de Dios, el más precioso de ellos es la amistad de Dios (Lc 15,32).


·  Este sacramento reconcilia con la Iglesia al penitente. El pecado rompe la comunión fraterna. El sacramento de la penitencia la repara o la restaura.


·  Con frecuencia, muchos fieles valoran la confesión individual como una ocasión de diálogo con el sacerdote, para consultas, diálogo pastoral, direcciones espirituales etc..; estos aspectos tienen su importancia y hay que tenerlos en cuenta, pero a la vez habrá que mantenerlos en su propio nivel y no confundirlos con la celebración misma del sacramento. No se debe confundir la celebración de la penitencia con otros servicios parecidos, como son la orientación moral o la llamada dirección espiritual.


·  El Ritual distingue tres formas de celebrar este sacramento:

a)   reconciliación de un solo penitente: previa la confesión y aceptación de la penitencia, el sacerdote imparte la absolución;
b)    reconciliación de varios penitentes que se confiesan y son absueltos individualmente;
c)        reconciliación de muchos penitentes donde la confesión es general y la absolución se da conjuntamente a todos, sin confesión individual previa. Esta última forma está reservada para casos de carácter excepcional.





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